David Carrillo y el cartel cinematográfico mexicano.
Entrevistado por Rogelio Agrasánchez Jr. en la ciudad de México el 15 de febrero de 1992. Versión electrónica © 2013.
Don David Carrillo es un notable caricaturista mexicano, nacido en Villaldama, Nuevo León, en 1920. Trabajó a lo largo de 74 años y se retiró en 2013. Sus trabajos han sido exhibidos en numerosas muestras y publicados en varias compilaciones. Se le conoce, aparte de su excepcional talento, por su visión positiva y respetuosa hacia los personajes y temas objeto de sus caricaturas.
El siguiente texto es un extracto de la entrevista realizada. Se reproducen solamente las partes relativas al trabajo del Sr. Carrillo como
cartelista. También se incluyen algunos comentarios suyos sobre personas relacionadas con el cine. Sus respuestas y comentarios fueron editados para hacer más ágil la lectura, tratando siempre de conservar el sentido original que don David quiso transmitir.
David Carrillo como cartelista.
“Yo hice muchos carteles. Había un señor Castillo. Él tenía un taller donde hacía puros carteles para teatros, lucha libre y box; para todo tipo de espectáculos. Su taller estaba ubicado en los altos del Cine Politeama[1]. Yo trabajé con él mucho tiempo. Tenía mi estudio ahí, en la Plaza de las Vizcaínas. Ahí estaban el Cine Politeama y el Teatro Apolo. Estoy hablando de la prehistoria todavía.
Castillo empezó mandándome hacer trabajos. Me mandaba hacer dibujitos; a Marilú[2] le hice carteles; a todos los artistas les hice. Yo hacía dibujos de retrato. Llegó un momento en que Castillito me buscaba todos los días y entonces me dijo: “¿Por qué mejor no se viene y pone su estudio aquí, en mi taller? Yo tengo espacio.
Yo tenía mi cuarto y ahí hacía todos mis trabajos; era mi recámara y era todo. Acepté; en su taller tenía yo todo lo necesario: teléfono, estudio, todo. Así trabajaba más a gusto. Estuve varios años trabajando ahí con él. Le hacía todos los dibujos para la propaganda de teatro y de cine. El taller se llamaba Castillo. El dueño más bien se apellidaba del Castillo. Él no firmaba sus trabajos. De todos los teatros le encargaban la propaganda. No se trataba de Cirilo Castillo, propietario de la conocida Imprenta Castillo.
Castillito utilizaba el sistema process de aquel tiempo, con tintas planas. Yo le hacía los dibujos en pequeño, sobre papel Ross –que sigo aún utilizando para la caricatura y que tiene superficie rugosa-, con lápiz graso. Castillo los proyectaba con un aparato al tamaño real en que planeaba imprimir el cartel. Podía meter hasta dos colores, pero para eso tenía que hacer dos tiros. Una vez proyectado el dibujo, Castillo lo calcaba sobre un cristal. Luego, ya con la imagen copiada sobre el cristal, colocaba una tela sobre éste y volvía a calcar el dibujo en el textil, usando un lápiz graso. Después tapaba los espacios que debían quedar en blanco; los cubría con cola o no sé qué; era un sistema que él había desarrollado.
Se hacían tiros pequeños, de cincuenta o cien carteles; no eran tirajes grandes. Se hacían a mano. El stencil era la tela enmarcada en madera. Se ponía el papel abajo, la tela encima y luego se pasaba sobre ella una especie de espátula grande de hule, entintada. Naturalmente, lo que quedaba impreso en el papel era solamente el dibujo, puesto que el resto de la tela estaba cubierta con cola, lo que impedía el paso de la tinta. Era un proceso muy práctico que le daba excelentes resultados.
Durante mucho tiempo se tapizaban las calles de carteles. Era tanta la promoción que se hacía usando este medio, que los carteles se cubrían unos a otros. Se ponía uno en la mañana y al rato ya estaba cubierto por el de otro artista. Después prohibieron que se pegaran en cualquier parte y, por consecuencia, los tirajes se hicieron más pequeños. Se dio la orden de que los carteles se colocaran enmarcados y en determinados lugares; también en establecimientos, cuando el propietario diera el permiso.”
David Carrillo y el cartel cinematográfico.
“Yo no entré a la Sección 46 del STIC[3], a pesar de q ue su líder, Salvador Carrillo, era mi amigo. Algo me pasó a mí, que me desligué de ese ambiente. Era un ambiente de pachanga bárbaro. Y luego hubo la bronca aquella que tuvieron con la ANDA[4], con el sindicato de músicos y todo eso. Ya para 1949 dejé de ir a los teatros, porque estaba metido totalmente en los periódicos, en la caricatura política.
En teatro, hacía los carteles para Jesús Martínez Palillo. Hice también el de su película Palillo Vargas Heredia. El dibujo de la derecha, del toro aventándolo hacia arriba, lo hice originalmente en blanco y negro; se usaba para la propaganda[5]. De este cartel todavía conservo el dibujo original.
Me acuerdo de otro cartel que hice para una película de Carlos Orellana. Creo que se llamaba La hija del panadero[6]. Me lo encargó Joselito Rodríguez. También hice el de la película de Ramón Novarro La Virgen que forjó una Patria (Julio Bracho, 1942)[7], cuando vino Ramón a filmar a México por primera vez.”
El cartel cinematográfico lo hacía yo en una hoja tamaño ilustración; es decir, el tamaño real en que se iba a imprimir. Ése lo mandaban a la imprenta, que en aquel tiempo ya era offset.
Para el diseño de los carteles, toda la técnica que se usaba en ese tiempo era igual; [era] la de Josep Renau. Y es que era muy fácil para quienes teníamos conocimiento del dibujo y que llegábamos a dominar la brocha de aire. El pelo se dibujaba poniendo papelitos y dando “trancacitos”con el aerógrafo para dar relieve. Era fácil. El artista se basaba en una foto y lo importante es que el dibujo tuviera parecido con el actor. Se utilizaba mucho el contraste para que el cartel llamara la atención desde lejos.
El mismo diseño del cartel se hacía en un formato enorme para ponerlo a la entrada de los cines, como de bulto, en dos o tres dimensiones. Cada figura se hacía por separado [y se recortaba]. Luego se ponían unas delante de otras para dar el efecto tridimensional. Yo hacía este trabajo para el Cine Alameda.
De los cartelistas de aquel tiempo recuerdo a los hermanos Renau y a otro español, [José] Espert. A [Francisco] Rivero Gil lo conocía; era flaco, siempre con su boina. Él iba mucho al Tupinamba, que es un café; todavía sigue ahí, en la calle de Bolívar, aunque ya no es lo mismo. Antes se juntaban ahí todos los torerillos que empezaban y los artistas; de todo había. Por ejemplo, Emilio Tuero siempre estaba ahí,
El trazo de [Ernesto García] Cabral es inconfundible. Yo antes de venir a la ciudad de México copiaba sus caricaturas para aprender a dibujar. Las veía en las portadas de ‘Revista de Revistas’ y ‘Jueves de Excélsior’.
Recuerdo a otros artistas, como el caricaturista Pepe Palomo, chileno, que hizo algunos carteles.
Jesús Hernández Corzo, al que le decíamos ‘Corcito’, fue mi compañero en la Academia de San Carlos. Era pintor.
De Juan Antonio Vargas Ocampo recuerdo que tenía una agencia de publicidad. No conozco a sus hijos.
A Carlos de la Vega lo conocí también. Lo relaciono con dos hermanos que trabajaban en el cine y creo que a uno de ellos le daba por hacer carteles. Uno era director y el otro escenógrafo[8]. Me acuerdo de Álvaro Yáñez. De Eduardo Urzáiz, creo que quiso hacer caricatura y no pudo[9]. Jorge Carreño hizo muchos carteles y ahora es su hijo quien los diseña.”
(fin del extracto).
[1] Los altos del Cine Politeama fueron scenario de un corto cinematográfico realizado por Rafael Bérmudez y Cárlos Nájera, en el que la actriz Andrea Palma hacía “caras y muecas” como ella misma lo relata en entrevista con la investigadora Eugenia Meyer como parte del proyecto Archivo de la Palabra del INAH.
[2] Se refiere a su esposa, la señora Marina Herrera, cantante y actriz conocida como ‘Marílú, la muñequita que canta”.
[3] Dicha sección agrupaba a los especialistas en propaganda cinematográfica. El STIC era el Sindicato de los Trabajadores de la Industria Cinematográfica de México.
[4] Asociación Nacional de Actores en México.
[5] El Sr. Carrillo se refiere a la caricatura del toro que aparece en el cartel de Palillo Vargas Heredia, mismo que el lector puede ver en la galería Cartelistas de cine por un día.
[6] Conocida tambíén como Cuando los hijos odian (Joselito Rodríguez, 1949).
[7] El cartel diseñado por don David Carrillo para esta película no se conserva. Solamente se ha preservado el realizado por José Espert para la misma cinta.
[8] Aunque el Sr. Carrillo no recordaba quiénes eran los hermanos, lo más probable es que se trate de Julio y Jesús Bracho; el primero de ellos cineasta y el segundo, escenógrafo. No pudo recordar tampoco en qué pudierone estar relacionados con Carlos de la Vega.
[9] En realidad, Eduardo Urzáiz llegó a ser destacado cartelista de cine; realizaba trabajos para comedia, en carticatura.