Elena Sánchez Valenzuela, pionera de los archivos fílmicos en México.
El 20 de noviembre de 1942 el entonces Presidente de la República, Gral. Manuel Ávila Camacho, firmó el acuerdo para la creación de la primera Filmoteca Nacional en nuestro país.
Hasta entonces, los materiales fílmicos eran conservados por las empresas, individuos o dependencias oficiales que los producían. Un gran número de obras documentales y de ficción –principalmente de la época muda- se habían ya perdido para siempre.
La dirección del nuevo proyecto le fue otorgada a la señora Elena Sánchez Valenzuela, quien en su primera juventud fue estrella del cine mudo en México. La elección fue acertada, sin duda alguna. En 1920, Elena había obtenido una beca del gobierno mexicano para capacitarse en el arte cinematográfico en Los Ángeles, California. Allá permaneció durante un año. Regresó a México en septiembre de 1921, donde todavía estelarizó En la hacienda (Ernesto Vollrath, 1921).
Aparte de su trabajo como actriz, Elena escribía inteligentes crónicas de cine para diferentes publicaciones. Posteriormente, en 1936, la señora Sánchez Valenzuela dirigió y fotografió un documental llamado Michoacán.
Estuvo en París, Francia, entre 1929 y julio de 1932, fecha en que regresó a México[1]. De acuerdo con Mario Zavala T.[2], Elena acostumbraba visitar la filmoteca del Cine Club en aquella ciudad, porque “ya tenía la intención de recoger esas experiencias para utilizarlas en México”.
En el ya citado reportaje, Zavala afirmaba que “el viejo e inútil Departamento Cinematográfico de [la Secretaría de] Educación Pública” se convirtió en la Filmoteca Nacional gracias al esfuerzo de Elena Sánchez Valenzuela.
El objetivo de la Filmoteca Nacional era la concentración del material fílmico perteneciente a la nación, aparte del de “carácter histórico, geográfico y folklórico que los particulares quisieran donarle”.
De acuerdo con el texto de Zavala, la Filmoteca tenía dos funciones específicas “parecidas a las de una biblioteca y de un archivo histórico”. La dependencia debía conservar, catalogar, estudiar y reproducir los materiales fílmicos para ponerlos a disposición de los interesados.
Otra función primordial de esta dependencia era la búsqueda constante de material para enriquecer su propio acervo. Esta labor era realizada con celo por la señora Sánchez Valenzuela. El rescate de la única copia conocida de Santa (Luis Peredo, 1918), relatado por Fernando Muñoz Castillo en su artículo “Me llamé Santa”[3], es claro ejemplo de la determinación de Elena por recuperar el material fílmico producido y/o exhibido en nuestro país.
A pesar de que las Secretarías de Estado tenían la obligación de aportar todo su material cinematográfico a la recién creada Filmoteca Nacional, para principios de 1944 solamente las de Agricultura, Economía, Marina, Defensa Nacional y Comunicaciones habían cumplido con dicho compromiso, por lo que la señora Sánchez Valenzuela se veía en la necesidad de recorrer las demás oficinas para recolectar el material.
Por otra parte, doña Elena visitaba a personas y empresas particulares que sabía tenían pietaje de interés, con objeto de convencerlos para que donaran una copia a la dependencia a su cargo.
Gracias a su esfuerzo, “en sus archivos encontramos una cantidad de películas almacenadas y catalogadas que suman la cantidad de $185,000.00, y entre las que hay algunas de gran interés histórico como una del General Felipe Ángeles presenciando una revista del Colegio Militar, otras de diversos pasajes de nuestra historia nacional que bien pueden ya servir para hacer un buen corto documental y algunas de gran interés cinematográfico, como la primera “Santa” que interpretara la misma Elena Sánchez Valenzuela, una que se juzga la primera película de Ramón Novarro y, entre otras de igual calidad, una de las primeras de dibujos hecha por Walt Disney”.[4]
La Filmoteca Nacional contaba con un presupuesto “raquítico”. Por lo mismo, sus funciones estaban prácticamente limitadas al acopio de material y a la conservación del mismo. No había los recursos necesarios para la elaboración de copias para uso de instituciones educativas y culturales.
De acuerdo con el reportaje de Mario Zavala, la Filmoteca requería un proyector Pathé de 16 cuadros para “las películas viejas que se filmaban a esa velocidad”; recursos para producir copias de películas recientes –como Redes (Emilio Gómez Muriel y Fred Zinnemann, 1934) y para un pequeño laboratorio.
En 1948, la señora Sánchez Valenzuela viajó a Argentina y Uruguay para dictar conferencias relativas a la industria cinematográfica mexicana y sobre su labor al frente de la Filmoteca Nacional[5].
Doña Elena falleció en 1950, dejando sentados los cimientos para la preservación de materiales fílmicos en México.
[1] Datos tomados de la base de datos ‘New York Passenger Lists’, preservada por los National Archives (NARA) de los Estados Unidos de América
[2] Zavala T., Mario, La Filmoteca Nacional, nueva aportación de Elena Sánchez Valenzuela, reportaje publicado en Cinema Reporter en su edición del 26 de febrero de 1944.
[3] Publicado en la revista Replicante, vol. III, No. 12, pp. 1-3, verano de 2007, Guadalajara, Jal., México. Antes publicado en el periódico UnomásUno en febrero de 1995.
[4] Zavala, Mario T., íbid.
[5] “Grandes elogios al cine mexicano en Montevideo”, nota publicada en La Prensa (San Antonio, Texas), el 7 de mayo de 1948.
